Demasiado para el cuerpo. Y más aún en vísperas de la batalla que aguarda al equipo por sacar el billete para la Final de Copa de este año. Así que no hagamos leña del árbol caído y pasemos, rápidamente, página. Como si nada hubiera ocurrido.
La vuelta y la tuerca
sábado, 20 de abril de 2024
EL ATHLETIC CON FRASES SUELTAS
Demasiado para el cuerpo. Y más aún en vísperas de la batalla que aguarda al equipo por sacar el billete para la Final de Copa de este año. Así que no hagamos leña del árbol caído y pasemos, rápidamente, página. Como si nada hubiera ocurrido.
jueves, 18 de abril de 2024
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Por eso, confío en que se recapacite y se dé marcha atrás. El Athletic no se merece semejante cutrerio. Por eso somos "un equipo único en el mundo". Por eso la Gabarra no puede ser "otro negocio más". Me duele hasta pensarlo.
Aunque no debería haber bien que por mal no viniera, y así, sabiendo de dónde venimos, quizá entandamos, ¡por fin!, esto que tenemos entres manos, y no nos las llevemos tanto a la cabeza cuando vemos, y éste sería otro ejemplo, la impresentable trifulca que se ha montado con esa canción, sí eso dicen algunos que es, que pretende representarnos en Eurovisión, y de cuyo título prefiero no acordarme.
Y no contentos con esto ahora le llega el turno a la propia ACB, el organismo bajo cuyos auspicios se disputa la Supercopa, la Copa del Rey o la misma Liga. Vaya las competiciones que, desde tiempos inmemoriales, ganan siempre los mismos: Madrid-Barça, Barça-Madrid, Madrid-Barça y cuya irritante monotonía ha terminado por apartar de sus retransmisiones, foros virtuales y noticias analógicas a algunos de los más recalcitrantes seguidores del deporte de la canasta; a algunos como yo, sin ir más lejos. Porque a esta gentuza seguimos importándoles un pimiento-morrón. Porque si no se cuenta con la igualdad por bandera, la competición no es más que un mero reparto de cromos entre los más poderosos y que, en el caso que nos (pre)ocupa, además, apenas si se cuentan con dos dedos de la mano. Sí, los mismos de siempre. Ni lo nombro. Ya lo he hecho antes.
Y claro, con el pimiento-morrón bajo el brazo, uno de esos poderosos, hoy acaba de hacerse con el fichaje del reciente MVP de la Temporada 2021-22, el espectacular Dzanan Musa, ya ex del Río Breogán, 2,05 el angelito y con más peligro en sus muñecas que Mike Tyson en sus puños.
Pero esta gentuza así se las gasta. El mismo Madrid hizo hace algunos años la misma operación con Laprovitola, el estupendo alero que fuera designado MVP cuando militaba en el equipo de Badalona y que terminaría, tristemente, en la banqueta del equipo blanco calentando banquillo con sus posaderas y jugando esos minutos que, no sé muy bien porqué llaman, de la basura porque si algo tienen es que no huelen a nada. Ni a sudor. Pero esta gentuza así se las gasta. Si los buenos no están conmigo, los compro y, luego, ya haré con ellos lo que se me ocurra. Pero lo fundamental lo habré conseguido. Que los buenos no sigan con los otros sino conmigo, y que a los otros les-den, y se desgañiten en sus miserias buscando, hasta debajo de las piedras, un sustituto para su joyita desaparecida por obra y arte de los talonarios fresquitos; un sustituto que, en demasiadas ocasiones, no se encuentra ni llega. Porque las joyitas, claro, no abundan precisamente. Y baratas, menos aún.
Pero a esta gentuza estas "historietas" les traen al pairo. Yo ya tengo a Musa. Y el otro ya no lo tiene. Chincha-rabia, que diría un buen hortera. Y luego posiblemente volvamos ganar la Liga por enésima vez. Y el espectador, ante tanta repetición e insistencia en la misma jugada y en los mismos campeones de siempre, apagará la tele con un prolongado bostezo de esto-ya-lo-he-visto-antes. Y quizás el Leche Río Breogán descienda de categoría. Pero a quién le importa: todos lo sabemos, el Breogán es un equipo-ascensor, de esos que no se cansan de subir-y-bajar. Y el Madrid, por supuesto, el Mejor Equipo de la Historia. Y digo yo, ¡menudo coñazo ser siempre el mejor (jodiendo a los demás)!
22 de mayo de 2022. Opinión. La culpa no fue sólo de Laso. Los foros del baloncesto rugen por lo visto durante la final de la Final Four que enfrentó al Madrid y al Effes turco el sábado por la tarde en Belgrado, y que se saldó con la pírrica victoria del Effes por un puntito 57-58. 2º título para los otomanos, y el Madrid a esperar su 11º corona.
Sí, en un deporte como el basket, no hacer faltas es una virtud (como en el rugby donde es
casi decisivo, por eso también el rugby es un deporte de caballeros) que debe tener su compensación final. ¡PERO
HAY QUE SABER APROVECHARLA!, ¡Y NO DORMIRSE EN LOS LAURELES!, ¡ESO NUNCA! Porque
el reglamento premia tu impecable defensa sin personales. Y por eso, y en este
caso, al final te permite enseñar a los rivales unos piños ensangrentados, unas
furiosas muecas a lo Braveheart, y hacer que tiemblen las huestes turcas (en
este caso). Sí, 50 segundos, segundo arriba, segundo abajo, para NO COGER
PRISIONEROS, para que NADIE DEL BANDO CONTRARIO SE VAYA DE ROSITAS. Y esto, en el final del partido de ayer, fue
lo que no vi por ningún sitio.
¡Vamos, que hasta aquí habríamos llegado! Me niego a que la civilización se pase por el forro de los cojones aquello que Oscar Wilde pronunció con inmejorable acierto y acento, cuando estás en presencia del dolor, estás pisando terreno sagrado. Y con lo sagrado no se juega; con lo sagrado, ni una puta broma. Y si no queremos machacarnos los nudillos que a Chris Rock (el presentador y artífice de la maldita gracia) le preparen, por lo menos, una bonita careta a lo (ya que seguimos hablando de cine, ¿o no?) a lo Leatherface, el simpático protagonista de La matanza de Texas, ¡pero para no quitar nunca!
Porque soltar “pifostio” en lugar, se supone, de “lío” o “jaleo”, me parece tan carca y pasado de moda que me resulta hasta entrañable. Igual que si oigo “es la pera”, como decía Annie en presencia de un perplejo Alvy en aquella bonita película que se llamó Annie Hall, en lugar de un más contemporáneo y rotundo “es la hostia”.
Pero así son las cosas. Para cuando las estructuras
e instituciones gigantes y mamotétricas, ¿y quién no puede afirmar que la Real
Academia lo sea?, adoptan una medida, la sociedad, a la supersónica velocidad a
la que corre, la ha dejado tan atrás que ni torciendo 90º el pescuezo la podría
ver agitando los brazos y gritando, se supone, ¡no vayas tan rápido! Por eso la
sociedad ni torcerá el pescuezo. ¿Preocuparse por algo que ha dejado a su
espalda y que, a fuer de ser sinceros, ni tan siquiera ha visto?
“Pifostio”, claro. Pero, ¿a quién le interesa ahora que esté o que no esté en el Diccionario? Porque a mí me interesa tanto como cero coma. Y si escuchara la palabreja apenas si me imaginaría a alguien entradito en años y ejerciendo de modernete o un joven exageradamente hortera. O a algún miembro de la misma Real Academia que, una vez pronunciado su “pifostio” particular, se sonríe tímidamente y se frota las manos como si hubiera cometido una travesura por la que, si se entera, su maestro le impondría un severo castigo (¡uy, qué miedo!)
Sí, es lo que tienen estas gigantes y mamotétricas instituciones. Son como abuelitos trasnochados. Que para cuando mueven un dedo y toman una decisión, la sociedad ha dado tres vueltas (¿de campana?) al mundo, se ha duchado, se ha ido a casa, ha cenado, se ha puesto de copas hasta las cejas y ahora está llenando los garitos after hours. Y “pifostio”, mientras tanto, en la “P”, entre “pifia” y “pigargo”, supongo. Y yo, con estos pelos.
Pero, ¡¿qué lotería ni niño muerto?! El entrenador inglés, y máximo responsable de la Selección, efectuó dos cambios en el último minuto de la prolongación para que esos dos jugadores estuvieran disponibles para el lanzamiento de los penaltis. Y ambos fallaron el suyo. Luego punto negativo para el míster. Para colmo había decidido que un chavalín de 18 o 19 años fuera el encargado de lanzar el último que, muchas veces, es decisivo. Claro, al chavalín le temblaron hasta las pestañas y también falló. Mientras, otros jugadores mucho más expertos, veteranos y curtidos en cientos de batallas y guerras futbolísticas veían desde el banquillo cómo la Copa iba, de esta manera, a parar a manos italianas que disputaron la tanda de penaltis con mucho mayor oficio y... beneficio. Luego otro punto negativo para el entrenador. Luego suficientes para perder MERECIDAMENTE- y cero de culpa para los Niños de San Ildefonso- la tanda de penaltis y, por consiguiente, la Final.
Luego, dejemos de una vez ese cuento de "La lotería de los penaltis" y pasemos a otro capítulo. Y que nos entre en la mollera que los penaltis se preparan eligiendo a los mejores lanzadores de los que el equipo dispone en ese momento sobre el campo, atinando con el orden en que esos jugadores van a tirarlos, entrenando al portero para esa suerte decisiva, etc. y etc. Y para todo lo que no sea esto que se preparen los perdedores. Si se les encuentra, porque me parece que al entrenador inglés todavía se le anda buscando. Y las impresentables hordas del Ku-Klux-Kan detrás de los jugadores que erraron sus penaltis y que, casualmente, eran negros. No me gustaría estar en el pellejo de ninguno de ellos; a los pellejos de los cuatro, me refiero claro: pálidos o tostados.
26 de junio de 2021. Desafinando. Primer partido de los octavos de final de la Eurocopa 2020. Gales contra Dinamarca. Resultado final: 0-4, y Dinamarca a cuartos. Y como no podría ser de otra manera después de escuchar a los jugadores galeses destrozar el estremecedor himno de su país- nada que ver con la manera de cantarlo de los jugadores de rugby. Cierto que el VAR no favoreció precisamente a los galeses en dos de los goles que recibieron, pero por una vez la técnica se dio la mano con el arte- en este caso con el desastre. Cantar el "Tierra de mis Padres" como lo hicieron debería considerarse un delito y pagarse como se pagó: con un bonito billete de regreso a casa. O si no juzgad vosotros mismos.
26 de junio de 2021. Volver a conocer. ¡El día M! ¡Fuera las mascarillas! Porque, quién no lo sabe: después de más de un año con el artilugio sobre nuestras bocas, el Gobierno por fin nos autoriza a respirar. Al menos en exteriores, y siempre que la distancia con el prójimo sea la reglamentada. Aunque algo es algo, coño, y además siempre hay que contar con los consabidos desmanes que terminarán llevando a las ingratas mascarillas a refugiarse en un recóndito rincón de nuestros bolsillos.
Pero lo más importante es que, por fin, volveremos a conocer y no tan sólo a reconocer, como hemos venido haciendo, sin darnos apenas cuenta, en los últimos meses. Porque con las mascarillas puestas sólo hemos sido capaces de reconocer a los que ya conocíamos y se nos ha vetado conocer a personas nuevas a los que la mascarilla les hacía seguir ocupando para nosotros un puesto entre los desconocidos.
Más de un año reconociendo a los ya reconocidos y conocidos. Y más de una año sin conocer a nadie que no conociéramos de antes. Malísima jugada, sí señor: no conocer a nadie nuevo durante tanto tiempo, seguramente, nos ha dejado la sesera bastante tocada. A ver si nos enteramos que sin los demás somos muy poca cosa. Y que cuantos más desconocidos pululen a nuestro alrededor y aunque vivamos, por ejemplo, en Nueva York, seremos, sin duda, más aldeanos- y que todas las aldeas del mundo me perdonen la expresión- y de mentes más estrechas- y que todas las mentes estrechas del mundo me perdonen la expresión.